miércoles, 15 de diciembre de 2010

LA VENUS DE BOTICELLI







Empieza un luminoso día de primavera en la historia de la humanidad, el nacimiento de uno de los seres más bellos, amorosos y armoniosos que existe en la faz de la Tierra: "La Diosa del Amor" para algunos la hermosa Venus y para otros la sublime Diosa Afrodita.
Una dulce melodía empieza a tañer suavemente y va embriagando muy lentamente los tímpanos de todos los asistentes. La brisa procedente de Céfiro, el Dios del viento del Oeste, que abrazado por la hermosa ninfa Cloris, susurra dócil el sedoso y delicado cabello de la afable Venus y le sonroja muy sutilmente sus tersas mejillas.
El amor y la dulzura se esparcen por cada uno de los poros de su piel y las pequeñas flores movidas por la dúctil brisa batallan por acariciar su aterciopelado tacto rozándola con sus finos pétalos.
Todo es paz y calma en ese eterno instante. Y como el reluciente Sol que amanece cálido y radiante todos los días, la figura de la deslumbrante Diosa surge desde las apacibles aguas turquesas y cristalinas del mar.
Es un momento irrepetible, pues su presencia convierte cada uno de los detalles de su entorno en belleza pura. Su mirada fragil hipnotiza a cualquiera que la mire quedando atrapado en un mundo intangible de perfecta beatitud.


martes, 17 de agosto de 2010

Buscadores de Estrellas


Dicen que en los cielos hay muchos misterios y que desentrañar sus secretos, solo es cosa de aquellos valientes que buscan incansablemente y se lanzan a la aventura de soñar más allá de lo conocido.

Esta es la historia de una buscadora de estrellas, una niña que ansiaba con todas sus fuerzas encontrar los enigmas que se escondían detrás de cada uno de los brillantes e infinitos puntos de luz que alumbraban el firmamento. Pasaba noches y noches en vela observando sus movimientos, intentando entender el sentido de su luz y su magia.

Cada noche abría su balcón de par en par y se dejaba llevar por todas aquellas luces de colores que tanto le fascinaban, era su momento preferido del día, aquel que le permitía volar y disfrutar de aquel inmenso universo.

Su primer descubrimiento fue la distribución perfecta de los astros formando distintas figuras que le recordaban a animales u objetos que reconocía en su mundo. Para poder ubicarlos les puso nombre a cada uno de ellos y de esta manera, cada vez que se le presentaban en el cielo les daba la bienvenida con una gran sonrisa de oreja a oreja.

Los tiempos fueron pasando y las estrellas seguían moviéndose y saliendo a su tiempo, acompasadas, bailando al son de la música celestial que es la que da la vida a todas las cosas. Sus ojos de tanto observarlas quedaron impregnados para siempre de esa luz y se convirtieron en dos luceros que brillaron más que todas las estrellas al unísono, pues había nacido la primera buscadora de estrellas del mundo, una que había conseguido llegar hasta más allá de los confines.

A partir de aquel momento, todo aquel que mira al cielo e intenta descubrir más allá de las estrellas, es acompañado por estos dos luceros que le guían por cada uno de los misterios más escondidos del universo, ya que otro buscador de estrellas ha nacido en el mundo.